EL PRECIO DE SER UN PROFESOR MODERNO

Hasta  la década del 70 aproximadamente, los cambios sociales y por ende los cambios de conducta en las generaciones de aquel entonces, se producían en períodos de tiempo significativamente mayores a los actuales; de tal modo que al recibir los consejos de nuestros padres ellos nos hablaban de sus épocas y  nosotros los entendíamos; pues no se notaba cambios considerables respecto a la nuestra; entendíamos entonces el mensaje perfectamente.

Sin embargo, a partir  de los años 90, los modelos de vida y los patrones de conducta de los escolares fueron cambiando en períodos cada vez más cortos, hasta que finalmente los padres y profesores de estos tiempos tenemos que aceptar  que nuestros hijos y alumnos son dueños de una época pasajera que nada tiene que ver con la época escolar que vivimos nosotros; de tal modo que tratar de comparar  sus conductas respecto a nuestros tiempos para conducirlos a una reflexión, les será indiferente porque sencillamente no lo entenderán.

Los adolescentes del presente viven su propia época, el de la comodidad y por ende la desidia; el hedonismo es su bandera, les encanta disfrutar de la vida a costa de lo que sea; les importa muy poco el futuro porque sólo viven para el presente; en estas condiciones su rendimiento académico en las escuelas se torna deficiente  y con permanente tendencia a la baja. Los profesores tenemos que hacer malabares para iniciar un proceso de enseñanza aprendizaje. Yo trabajo con adolescentes en el colegio Libertador San Martín, y antes de iniciar mis lecciones de matemática, tengo que aplicar una serie de estrategias cada día a fin de poner a la clase en capacidad primero, de saber escuchar (cultura del silencio) y segundo, de tener la predisposición para aprender.

Ya no se trata de una motivación común y corriente como antes se hacía de acuerdo al curso o temas del curso; va más allá, desde la identificación personal con cada uno de ellos que representan un universo,  hasta el ingreso a su mundo inquieto y desordenado, pero  lleno de energía y fantasía. Los profesores con más de 20 años en las aulas, comparen la conducta grupal de sus primeras promociones con las actuales y verán que la diferencia es muy grande. El reto para los profesores de hoy es enorme, yo diría que la fase de la motivación en una clase se ha ampliado, porque debemos primero silenciar esas mentes repletas de información que no hay cuando terminen de descargar mediante la conversación permanente, produciendo desde luego, una desconcentración total en el aula; para lograrlo,  no funciona el grito o llamada de atención a los alumnos; por último, ni el carácter autoritario y prepotente que incorrectamente algunos profesores  usaban antes, lastimando o humillando a los alumnos con sistemas arcaicos o coloniales. Para lograrlo, hoy más que nunca el profesor debe estar suficientemente preparado y actualizado en todos los campos, principalmente en el cultural, pedagógico y psicológico, para saber persuadir a los alumnos con firmeza, elegancia, creatividad, paciencia y sabiduría  antes del inicio de su clase respectiva. Nuestro trabajo y responsabilidad ha crecido considerablemente, es el precio de ser un profesor de estos tiempos.

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