En el primer artículo de mi Boletín anterior, escribí: “La mejor escuela será siempre el hogar”. Ahora puedo afirmar también que la mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres y también de los maestros. Los hijos y los alumnos precisan más los ejemplos que las enseñanzas. Los padres y maestros no podemos exigir virtudes y cualidades que nosotros no tenemos. Vigilando nuestras propias obras, los padres y maestros, estaremos construyendo la moral de nuestros hijos y alumnos
La misión de los padres y maestros es orientar, esclarecer, amar, comprender, incentivar. Actuar así es darles la oportunidad a los hijos y alumnos para que se afirmen en la vida. El amor que los niños y adolescentes reciben de los padres y maestros, más la confianza que éstos depositan en nosotros es para los jóvenes un seguro amparo de vida. Tampoco olvidemos que el hijo y por ende el alumno no es un adversario, sino un amigo a conquistar, y para conquistarlos lo haremos con el ejemplo, dándoles amor, sabiendo escucharlos y poniendo las reglas claras tanto en el hogar como en la escuela.