UN BUEN HOGAR

Con mucho cariño y respeto recomiendo que este artículo sea leído, meditado y comentado en familia. Posiblemente todos hemos perdido la verdadera noción de cómo debe ser el hogar; estoy seguro que luego de concluir esta lectura llegarán a la conclusión importante que no existirá aspiración más grande de un ser humano  que la de propiciar a formar  un “buen hogar”, porque como dice en una parte del texto, “con  buenos hogares se podría salvar y cambiar al mundo”.

Un buen hogar estará donde el camino esté lleno de “paciencia”, donde la almohada esté llena de secretos, donde el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar  y las voluntades deseosas para servir.

Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo y los pasos mucha seguridad. Donde los tropiezos tengan cordura y los detalles significación. Donde la ternura sea muy tibia y el trato diario muy respetuoso. Donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y la paz dulce.

Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz. Donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto. Donde la autoridad se haga sentir, sin miedos ni amenazas, llene la función de encausar, dirigir y proteger. Donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos ¡y los hijos vigilados!

Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos. Donde disentir sea intercambiar y no guerrear. Donde la formación junte los eslabones ¡y la oración forme la cadena! Donde las pajas se pongan en el alma y los hijos se calienten con amor. Donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.

Un
buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste. Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales y marca huellas.

Con buenos hogares se podría salvar  al mundo,  porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.

Aunque hay excepciones, ese hogar primero, “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece: queda en las luces que te alumbran el camino. Nunca se lo lleva el viento: queda prendido en tu raíz.

De ese “hogar tronco” salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. De ese “hogar tronco” sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella. ¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes seguidores de Cristo!  (Tomado del Boletín de Formación permanente de la parroquia Santa María de la Providencia).

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