EL SALTO DEL FRAYLE

214_front1_1232559170[1]Recuerdo con nostalgia y mucho cariño cuando en el mes de julio del año 1975,  tuve el honor de integrar la plana docente del colegio San Francisco de Borja, situado en aquel entonces en un hermoso lugar donde sólo se podía ingresar o caminando o con auto; en todo ese sector de lo que es hoy el corazón de San Borja no había aún servicio de transporte público; se respiraba aire puro. Había una integración casi familiar entre los padres de familia del colegio, eran matrimonios jóvenes quienes no sólo se guardaban un profundo respeto,  también eran activos, entusiastas y solidarios. Todas esas familias definitivamente fueron y son  los pioneros del distrito más bello de Lima, el distrito de San Borja. Esta comunidad vivía alrededor de un  pequeño templo perteneciente a la Parroquia San Francisco de Borja. El Padre Guillermo Beuth y las religiosas de la Preciosísima sangre de Jesús, junto a los padres de familia, fueron los protagonistas principales del nacimiento del colegio Parroquial que lleva el mismo nombre de la parroquia. Nunca se imaginarían ellos hasta dónde llegarían sus hijos quienes fueron  los primeros alumnos, hoy exalumnos y buenos profesionales trabajando en diferentes puntos del mundo. La verdad es que me siento feliz de haber contribuido en la formación por lo menos de las cinco primeras promociones de este gran colegio, las mismas que ya han cumplido sus bodas de plata y allí estuve en la  celebración de cada una de ellas como tratando de retroceder en mi mente todo el tiempo necesario y reconstruir los rostros de mis alumnos y alumnas algunos tranquilos, otros inquietos pero todos respetuosos.

El sábado 20 de diciembre del 2008, se llevó a cabo una cena de reencuentro de los exalumnos del San Francisco de Borja, nada menos en el Restaurat «El Salto del Frayle». Días antes, recibí la  invitación  personal y gentil de  Ursula Durand a quien no alcancé enseñarle puesto que salí del colegio cuando aún ella estaba en primaria. Este hecho hace más generosa la invitación.  Compartí momentos inolvidables esa noche con todos quienes fueron o no mis alumnos de esos tiempos recordando las buenas épocas del San Panchito, me sentí halagado por las muestras de cariño de quienes habían sido o no mis alumnos. El local asignado fue un lleno total, ha sido todo un éxito la convocatoria. Es la primera vez que me entero de la organización de un reencuentro de todas las promociones -Que tal reto de los organizadores-. Felicito de una manera muy especial a la muy dinámica Ursulita Durand, al carismático y muy amable Hugo Otero y a Clarita Ugarte quienes han tenido la osadía de tamaña convocatoria y vaya que la lograron, son todo un ejemplo de entrega y tenacidad.

La noche se animaba al ritmo de la buena música y discretamente tuve que salir de la hermosa velada, apenado por cierto, pero mientras salía los observaba desde la puerta y con nostalgia a todos ellos, ayer niños y adolescentes; hoy profesionales y padres de familia disfrutando de sus buenos recuerdos. Durante el retorno a mi casa situada al otro extremo de chorrillos, me decía: qué admirable saber que algunos hayan venido desde tan lejos  como Europa, Estados Unidos, a este reencuentro. Qué satisfacción saber que algunos que sufrían en aprender matemática y que incluso escribían una cruz en cada examen que rendían a fin de aprobar el curso por obra divina, sean ahora grandes profesionales en todos los campos. Esa noche aprendí muchas cosas nuevas, desde las cualidades y variedades del pisco peruano hasta las verdaderas razones de la crisis económica mundial en la perspectiva de un economista.

Agradezco a Dios haberme dado La oportunidad de compartir momentos de recuerdo con este gran grupo humano. Esa noche, el Salto del Frayle se coronó con un exitoso salto: EL SALTO A LA UNIDAD DE LOS EXALUMNOS DEL SAN FRANCISCO DE BORJA.

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