RECUERDOS DE LA NAVIDAD

La Navidad de nuestra niñez queda o quedará grabada en la mente de todas las personas adultas, como –en términos actuales se conoce- un aprendizaje significativo; es decir que jamás la olvidamos u olvidaremos. Todos, por lo tanto, recordamos con claridad pasajes alegres o también tristes de la Navidad.

Recuerdo que días previos a esta fiesta universal,  en el templo del Señor de la Soledad, Patrón de la ciudad de Huaráz, situada en el Departamento de Ancash, Perú,  se desarrollaba un acontecimiento que nos emocionaba a todos los niños y jóvenes de esa época: las famosas “misa de gallo”. La misa de gallo es una sola en el mundo católico, ésta se lleva a cabo en la noche del 24 de diciembre; empero, las misas de gallo que se realizaban en el templo del Señor de la Soledad, se desarrollaban todos los días a partir del 15 de diciembre a las 5 de la mañana. Hasta aquí nada novedoso, verdad?. Sin embargo, para esta misa la mayoría  acudía al templo con un animal vivo; muchos llevaban gallos, otros llevaban patos, loros y todo tipo de mascotas; y quienes no tenían mascotas, ingresaban con instrumentos de sonido uniforme: sonajas, matracas, panderetas, etc. ¿Se imaginan una misa a las 5 de la mañana, con un templo lleno de mascotas y sonajas?, era realmente espectacular, y por consiguiente nadie se la quería perder; aún cuando teníamos que sacrificar el sueño levantándonos a las 4 de la mañana. Las aves despiertan al amanecer por lo que la misa era acompañada por un coro especial, con  cantos de gallos, graznidos de patos, ladridos de perros y al compás del sonido de las sonajas o panderetas. Qué emoción…se acercaba la Navidad y lo anunciaban las campanas del templo, y el cántico de las mascotas;  verdaderamente, era una fiesta.  Al culminar la misa, se iniciaba otro espectáculo en el atrio del templo: las famosas peleas de gallos; aún cuando los gallos no eran exactamente de pelea pero se revolcaban a patadas y picotazos hasta que uno corría y se aplaudía al ganador.  La hora nos ganaba, entonces también nosotros corríamos para alistarnos y llegar puntuales al colegio para rendir nuestros exámenes finales, llevando alegremente  los comentarios de aquellas inolvidables “misas de gallo”.