LA ISLA DE LOS LIBROS

Siempre es bueno seguir el consejo de los expertos en determinadas materias. Por ejemplo, me encantaría recibir la sugerencia de tomar un buen vino recomendado por un experto catador; igualmente probaría con gusto una sopa en un lugar recomendado por el gran Gastón Acurio; así mismo disfrutaría de ver una buena película clásica recomendada por el presentador de televisión Bruno Pinasco.

Y para leer un buen libro o unos buenos libros, creo será una garantía recibir la sugerencia de aquellas personas que se han dedicado a leer durante casi toda su vida, como es el caso del periodista César Hildebrandt de quién guardo un artículo que publicó en el año 2010 en un diario local con el título: La isla de los libros, donde hace una apología extraordinaria a la lectura de libros. Y para mí fue importante saber qué libros de los tantos que ha leído lo recomienda y me sirvió mucho. Hoy luego de 12 años les comparto a continuación un extracto de lo que escribió Hildebrandt, con el único afán de que sigas su consejo y puedas disfrutar también de una buena lectura:

Si me fuera impuesto recluirme en una isla con unos pocos libros – tan pocos que pudiera contarse con los dedos de una mano -, pues me sentiría muy desdichado porque son muchos más los libros de mi querencia y algo de traición tendría el hecho de tener que elegir a solo cinco.

No he tenido una vida sedentaria ni mucho menos, pero tengo la impresión de que si contara las horas que tomé para leer ese tiempo sumaría bastantes más días de los que dediqué a muchas otras cosas.

Gracias a los libros sé de países que nunca hubiera podido conocer y de atmósferas que no podía ni siquiera imaginar y de infamias que no se me habrían ocurrido y de amores que sólo brillan cuando se los contempla por escrito.

Mucho de mi vida viene de los libros y eso es algo que no me produce ningún remordimiento. Me perdí muchos tumultos y no estuve en las bodas de los importantes, pero leí como un poseso (poseído) y pasé junto a Raskolnikov y le vi las ojeras recién cavadas.

Renuncié a decenas de asuntos por los que otros se desviven, pero sé de qué color tenía las enaguas Emma Bovary cada vez que salía a amortizarse y ese consuelo pequeñajo me conforma.

Pero si se tratara de nombrar a algunos de los libros que me llevaría a esa isla, no dudo en decir que uno de ellos sería el Ulyses de Joyce y otro, modestamente, El mundo es ancho y ajeno, de Alegría.

Nunca he podido explicar la primera impresión que me causó el libro de Joice. Si fuera un mentiroso cósmico diría que alguien me raptó y me llevó en platillo a Ganímedes de la literatura, es decir al Dublín de 1904.

Secuestro más que lectura, al Ulyses no había que leerlo solamente. Había que internarse en él durante algunos meses – un verano entero por lo menos – y padecerlo, como si de una maestría de lector se tratara. Hablando del poderío de la influencia del Ulyses, el gran T.S. Eliot escribió: “Quisiera, egoístamente, no haberlo leído” Y el crítico Edmund Wilson afirmó: “Desde que he leído Ulyses la calidad de los demás novelistas me parece insoportablemente floja y descuidada”

Y he mencionado El mundo es ancho y ajeno porque hace unos días el señor Bryce, que escribió hace muchos años una excelente novela titulada Un mundo para Julios, se ha atrevido a menospreciar a Alegría y a ponerlo en un sarcófago. Pobre Bryce. No sabe que el cholo Alegría está más allá del veneno anecdótico de un escritor menor. Menor no sólo frente a Vargas Llosa. Menor frente al propio Alegría. Alegría no tuvo el desgarro de Arguedas y es seguro que La serpiente de oro y aun en Los perros hambrientos su estilo puede discutirse. Pero El mundo es ancho y ajeno fue y será un referente monumental de la literatura peruana y quienes hayan leído a Alegría saben de qué hablo.

Volviendo a lo de la isla, lo he pensado bien. No iría con cinco libros. Naufragaría en la travesía llevando parte de mi biblioteca en la barcaza. Porque no podría vivir sin abrir de vez en cuando, aquella Nada de Carmen Laforet, o aquel Galindez de Manuel Vásquez Montalván, o algún libro de  Wilde, o un poco de Westphalen y siempre Conrad y definitivamente Cortázar y Moro y Vallejo y Góngora y la Woolf.

¡Que se vayan al diablo con eso de los cinco libros! Moriría como traté de vivir: en desacato.

Interesante artículo ¿verdad? Puedo decir que luego de leer esta columna de César Hildebrandt no paré hasta encontrar Ulyses y leerlo. Ulyses es una novela vanguardista publicada en 1922. Verdaderamente su autor James Joice se luce brillantemente y hace que uno se enganche y compenetre en la maravillosa novela. Debo admitir que tuve que leerlo dos veces para poder internarme en él como opina Hildebrandt. Me alegró también que entre su preferencia mencione a El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegríaporque lo leí cuando era escolar y lo volví a leer luego de la publicación del artículo de Hildebrandt.

Espero haber contribuido a sentirte tentado para poder leer libros y sobre todo las novelas que menciona César Hildebrandt.

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